jueves, 15 de diciembre de 2011

GLEE 3x09 | Navidad políticamente correcta (o cómo meter a Luke Skywalker en un musical navideño)

Se acercan esas fechas especiales del año. La Publi-vidad ya está a la vuelta de la esquina, y como suele ser habitual, casi todas las series norteamericanas hacen su especial navideño. Todo rezuma brillo hortera, espumillón de los chinos, villancicos casposos (cuánto más nos gustaría la Navidad si en los supermercados se escuchase a Frank Sinatra y Elvis), y el espíritu de la gente es solidario y generoso.

Esto último, aunque es totalmente mentira para la mayoría de la sociedad, es lo que quieren recalcar esta semana en GLEE con su especial navideño. Que la Navidad no es como la pintan en “Solo en casa” (irónico decirlo con Sam como doble de McCauly Culkin…). Que la Navidad es algo más que los regalos, la brillantina, las luces, los gorros y lo que nos enseñan en la televisión.

Y aunque la serie logra transmitir eso, se queda un poco en lo superficial, como siempre: lo políticamente correcto, que en eso los norteamericanos son muy suyos. En cualquier caso nos queda un episodio especial de Navidad muy, muy original; muy, muy ida de pinza, y con cierto final realista que, aunque se quede en lo superficial, te deja un sabor de boca más parecido a lo que se suele ver por las calles.

Me ha encantado visualmente, porque GLEE sigue retomado sus zooms rápidos, que siempre son seña de identidad y que adoro cuando los hacen; sus paneos rápidos, pasando de un lado a otro; sus cortes de humor surrealista; y por supuesto, los 3 minutos de gloria de Sue Sylvester, que ha estado de lo más graciosa y de lo más horrorosamente ñoña a partes iguales.

Si el año pasado el Grynch Sylvester se llevaba la Navidad (me gustaba más esa Sue borde hasta el final…), esta vez la entrenadora de las animadoras propone a Blaine, Kurt y Artie que le echen una mano dando de cenar a los “sin techo” en un albergue, ya que echa de menos a su hermana fallecida y quiere estar ocupada en los demás. Bien por Sue. Y bien por Santana, que en su  momento también dirá una gran verdad: les vas a dar de cenar un a noche y el resto de días te vas a olvidar de ellos, así que ¿qué sentido tiene? Efectivamente, la hipocresía navideña aflora de esta forma en muchos de nuestros compatriotas ciudadanos… Pero no generalizaremos.
“Wheels, Porcelain, Other Gay: the Yule time is upon us and everyone knows that Christmas is a time for forgiveness. So I have decided to forgive you for having no talent and ruining the American songbook (…).  Now, Christmas isn’t just a time when Jewish kids feel slightly uncomfortable and dwarves get jobs as Santa’s helpers and demeaning young union comercials that made them quietly die inside. No, Christmas is also a time to give back.” (Sue Sylvester)
Y cuando el Glee Club pensaba que sus navidades serían de lo más normales y solidarias, llega Will Schuester (que últimamente se me hace hasta raro verle aparecer) con un programa especial que una televisión quiere que hagan los chicos y chicas del coro. Un especial dirigido por Artie, que va de cineasta divo, y así no se puede… Eso sí, el resultado del programa es de las idas de pinza navideñas más originales y bien llevadas que he visto nunca, y reconozco que me ha sorprendido muy para bien, y que me ha hecho mucha gracia.

La ida de pinza no está tanto en imitar los programas especiales navideños hechos de cartón piedra y artificiosidad moral que imperaban allá por los años 40-50 en EEUU, ni que lo hayan grabado íntegramente en blanco y negro, sino más bien en el momento en que te das cuenta de que lo van a poner totalmente entero y que no sabes dónde va a acabar eso. Terminar, termina, claro, pero se comen tres cuartos del episodio (bien comidos).

Sin duda lo mejor de esta parte ha sido ver a Kurt demostrar sus dotes de actor, sin duda el que mejor conoce ese tipo de interpretación teatralizada de ese tipo de programas, y ha sido todo un puntazo. Blaine no lo ha hecho mal y Mercedes tampoco, pero no han sobresalido, especialmente cuando a Kurt se le unía una Rachel Berry aún más mojigata de lo que ya es y a la que este tipo de papeles de mujer norteamericana de clase media dedicada a su hogar le viene como anillo al dedo (o más bien como pendientes a las orejas… esto lo explico luego). Además, se marcan dos temazos: el “Let It Snow” mítico, pero a dos voces (Blaine y Kurt), y el “My Favourite Things” (Rachel y Mercedes) de “Sonrisas y lágrimas”, musical que ha marcado mi infancia y del que ya quería que sacasen alguna canción. Sonrisa de “oish ^^” para el bote.


Por supuesto, el momento aún más grande ha sido cuando entran por la puerta Finn Hudson y Noah Puckerman vestidos de Luke Skywalker (sable láser azul incluido) y Han Solo. GRANDE GLEE por ese homenaje que se han marcado a STAR WARS. Ahí hemos visto al principio cómo Chewbacca en un sueño decía a Artie cómo hacer su programa, y antes de la entrada triunfal de Luke y Han Solo, esa cabecera de entrada del especial del programa. Ver la palabra “GLEE” en la tipografía de STAR WARS ha sido a la vez un “cuidadito con lo que hacéis” y una nueva sonrisa “oish ^^” por ver combinadas dos cosas que me encantan (comparaciones aparte, por supuesto…).


Muy grande pintaba este episodio. Sin embargo, se nota en lo que escribo cierta sensación agridulce, y es que sí, la ha habido. En concreto en la recta final… El especial de Navidad del año pasado era mucho más surrealista, más cómico (esa Brittany ilusa), y aunque se centraba también en unas navidades no demasiado convencionales, me sorprendió y me emocionó mucho más (creo que me lo veré estas navidades otra vez…); el buenrrollismo eran más sutil. Y es lo único que puedo reprochar al episodio, que lo que se planteaba como un conflicto moral y personal para los personajes (no saber elegir entre lo más correcto y lo más superficial), tiene una resolución facilona: vayamos a las dos cosas, ¿por qué no? Mientras Quinn y Sam vivían ese otro lado de la Navidad que poca gente ve junto a Sue Sylvester, los New Directions grababan su programa capitalista y falso. Rory se encarga de despertarles un poco con un puntazo disfrazado de secuencia seria y moralista, cuando entra y en lugar de leer el cuento de Frosty The Snowman se marca la lectura del anuncio del nacimiento de Jesús que hace el ángel a los pastores (un poquito de religión para tener contentos a los cuatro cristianos que ven la serie; la cara que pone Kurt ante esto, si fuera una serie española, sería de “con la Iglesia hemos topado”). Porque, como bien dice Sam, no todas las historias tienen final feliz, y no por ello son menos buenas, o menos navideñas, y no merece la pena disfrazarlo de espumillón. Buen intento de moraleja políticamente correcta.

Así que los chicos y chicas restantes llegan al albergue y cantan su particular villancico. Para la próxima, amigos realizadores, no me saquéis tanto a Sue Sylvester sonriendo de forma cursi, porque lo habéis hecho hasta 4 veces, y siempre lo mismo, y casi así estaban cayendo en lo que caracterizaba a los programas de los 50. Y final feliz para todos y todas.


Cabe señalar un matiz, antes de terminar. La trama reinante en el episodio ha sido sobre todo la de Finn y Rachel viviendo su primera Navidad como pareja perfecta, al menos todo lo perfecta que desea Rachel: artificiosamente perfecta, de hecho. Por un lado, ha provocado varios puntos cómicos (sin duda el momento apadrina un cerdo llamado Barbra y ese “holy crap, I’m dating Kim Kardashian” han sido lo mejor). Por otro, no han faltado los momentos tiernos y emotivos, como el del regalo final de Finn, que aunque sigue poniendo caras extrañas al besar, se ha ganado una piel de gallina y otro “oish ^^” cuando en su sencillez (esta vez ahorrándose la cursilería que le caracteriza) le ha hecho ver a Rachel que es una auténtica estrella, que es su estrella. Y por un momento, todos hemos querido tener novia para hacerle ese regalo, estar rodeados de ambiente navideño, invierno, luces, Frank Sinatra al lado sosteniendo muérdago y unos cuantos leprechauns que bendigan ese precioso momento de la relación que seguramente culminaría después con un apasionado rato de sexo con amor frente a la chimenea.

Algunos, como yo, nos tendremos que seguir conformando con un polvorón.

¡¡¡Feliz Glee-Navidad a tod@s!!!


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